La Cuarta Pared
El espacio artístico se trama dentro un escenario pulso a pulso entre autor, director o productor en la puesta y talento (actor). El espectador accede al mismo de la mano del director siempre situado detrás de la cuarta pared. La misma pared cristalina e imaginaria es la encargada de separar la sala del escenario, al talento de la cámara, al actor de su publico, al que narra del que escucha, al amante de su amada, significa el espejo trucado donde por delante los participes y por detrás los que generan las exclamaciones… el invisible publico. La cuarta pared hace del actor el objeto absoluto elegido de entre el todo. Su exacta ubicación deviene del conocimiento científico técnico y del don de dirigir y mostrar. De permitir observar por las más discretas fisuras a las rupturas más proclamadas, todo se vive por detrás de la cuarta pared. La cuarta pared convierte cada escena en escenario, la misma es una caja de resonancias, una caja de imágenes, una linterna mágica. La cuarta pared procura: detener en un punto exacto el tumulto de trayectorias que cruzando y descruzándose, pueblan hasta lograr el espacio artístico . Con la cuarta pared, actores y espectadores, forman dos mundos paralelos, los que no son observados y los que observan cuyas vibraciones son conjuntas y de lograrse esta unión la comunicación de sentimientos estará lograda. Deseoso el uno de ofrecer la voz y el cuerpo, deseoso el otro de decepcionar sentir y vibrar, deseo de ambos de hacer del espacio un todo y alcanzar el cenit de sentimientos compartidos. Porque, más allá -o más acá- de sus mil variables, el espacio artístico es teatral. La subida del telón, el acción, la claqueta, el grabando, producen cada una descompensación espacial, abren estas una hueco donde, de inmediato, se precipita la luz de la atención, desde la sala, desde la lente, se proyecta una línea recta hacia el actor generando un efecto de refracción de formación de la imagen allá, como al fondo de un espejo, en el espacio imaginario.
Entonces, en el silencio el actor, de un solo salto mortal, debe, rompiendo el cristal del espejo salir al encuentro. El actor, en su fortaleza y en su fragilidad, lanzado por el texto y contenido por la puesta, aparece cubriendo cual manto el vacío de la ausencia, esta es la simple historia, del espacio del teatro, de la escena, del encuadre, es en cualquier caso un recorrido, un viaje, pero un viaje de ida y de vuelta .
El espacio escénico no tiene límite mas que el de la pregunta nietzcheana.
¿ Cuánta verdad es el hombre capaz de soportar ?